*NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE BELÉN DIA NOVENO*
*ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS*
Postrados a tus pies humildemente, oh Reina del cielo y de la tierra, Señora nuestra de Belén, te ofrezco, el homenaje de mi fe, de mi confianza y de mi amor. Deseo estar en tu presencia durante estos momentos de meditación y de plegarias.
Un incontable número de pecados mancha mi alma y atormenta mi conciencia; he contristado el corazón de Dios y de mi Madre del Cielo. Estoy arrepentido, siento profunda pena y dolor, ¡Oh, quien pudiera borrar con lágrimas todas las prevaricaciones de mi vida! y como eres Madre de los pecadores y es tan grande tu misericordia, me acerco lleno de confianza a suplicarte me perdones, purifiques mi alma, santifiques mis pensamientos, mis deseos, mis defectos y mis obras. Quiero dejar en tus manos, Madre mía, un propósito firme, sincero y eficaz, para vivir en adelante en gracia y amistad con Dios, para morir dulcemente en tu regazo maternal y cantar eternamente tus glorias en el Cielo. Amén.
*DIA NOVENO*
*(PROTECCIÓN DE LA VIRGEN DE BELÉN)*
Más de cuatrocientos años hace que comenzó la historia de la población, desde entonces ha sido manifiesta la protección constante de la Virgen de Belén. El demonio ha desencadenado sus diabólicos designios y siempre la Virgen ha aplastado su cabeza infernal.
Tres veces fue destruida por los indios Chitareros, y fue reconstruida por los españoles que presentían un porvenir. En dos ocasiones el demonio armó de audacia satánica manos criminales para el robo sacrílego y luego de lágrimas reparadoras lavó con penitencias hasta el recuerdo.
Aprovechó el demonio los cambios políticos para despertar pasiones criminales y corrieron lágrimas y desesperación rodaron en un montón de llamas y cenizas; pero la Virgen de Belén hizo triunfar la paz, olvidar las venganzas y renacer el comercio.
En las pestes y epidemias, en las inclemencias del tiempo y el castigo de los terremotos salva la ciudad y devuelve la salud y la vida a los enfermos.
Cuando el demonio ciega la mente y hace vil e ingrato el corazón de algún hombre para revivir barbaries, actualizar venganzas y manchar con sangre el nombre limpio de la ciudad, la Virgen de Belén provocó un plebiscito emocionado de reparación, impone la justicia, hace reinar la caridad entre los fieles que abren la puerta para la honestidad y el corazón para el perdón.
La Iglesia Católica ha celebrado el año Mariano con motivo del primer centenario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción; y la parroquia ha querido ofrecerle a su celestial patrona la Virgen de Belén la restauración del santuario mariano; es un hogar para la madre del cielo, como una prueba de amor de sus hijos agradecidos; es un palacio para la Reina, como reconocimiento de su realeza universal, es una corona y un cetro de oro para aceptar su señorío y someterse a sus preceptos, para cumplir su voluntad e imitar sus virtudes, para cantar sus atributos y asegurar su salvación eterna.
*EJEMPLO* :
Eran las 9:35 P.M. de repente se estremece la naturaleza, rugen las montañas, se desploman las casas, se descuelgan las cunas convertidas en sepulcros, y un alarido tremendo cubre el espantoso desastre. Era el terremoto del 8 de Julio de 1950.
Corren las gentes enloquecidas de espanto y un grupo de hombres, dominando el miedo, y desafiando la muerte entran en el santuario, y en un instante sacan el pesadísimo dosel de la Virgen. Las muchedumbres se precipitan hasta el lienzo milagroso y le suplican a la Virgen con gritos desgarradores: ¡“Virgencita querida”, “Madrecita de Belén”, “Sálvanos”! y todos se aprietan en el regazo materno. El epicentro del terremoto estaba localizado a cuatro leguas solamente y los sismógrafos registraron varias sacudidas de gran intensidad y duración.
Sin embargo, pasó el terremoto y Salazar quedó en pie. Daños muy leves quedaron solamente como testimonio de la protección de María. Se había salvado milagrosamente
(hágase la petición)
*GOZOS*
Por la estrella que en la frente
De tu Hijo parece arder,
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Llegaste, Señora un día
Por los senderos del agua;
Y eres celeste piragua,
Rico y precioso bajel.
Por eso en el mar airado
Donde el alma se haya hundida,
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Los Cineras belicosos
Ya son todos bautizados.
Pero su fe de soldados
Es necesario encender.
Por eso bajaste a ellos
De resplandores vestida,
Indígena y pobre choza
Te recibe alborozada,
Que una indiecita arrobada,
Ven convertirse en edén,
Transformada también la choza,
De nuestra alma arrepentida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Para honrarte cual se debe
A la Reina de los Cielos,
Cristianos llenos de celo
En templo te han de poner.
Haz que de tu amor un templo
Yo levante con mi vida.
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Pero tú no te conformas,
Y cerca de la indiecita
Que está en su choza contrita
Te apresuras a volver
Así si el alma está lejos
Y tu protección olvida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Ya llevas a tu lado
Junto a la humilde capilla
Donde tu alma sencilla
Vuelve en Dios a renacer
Haznos vivir a tu lado
Antes de dejar la vida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Las cifras de tus milagros
Es mayor que tus devotos
Y aun así miles de exvotos
Viene el afecto a traer
Porque tú eres de los hombres
Abogada compasiva
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Míranos, Madre bendita,
Con miradas compasivas
Miras a tus almas cautivas
Del olvido y del placer
Por la lumbre de esa estrella
Que a tu regazo convida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Esa corona de reina
Que tu casta sien rodea
Es de tu gloria presea
e insignia de tu poder
dame a mirar en el cielo
tu dulce frente ceñida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Por la estrella que en la frente
De tu hijo parece arder
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
*ORACIÓN FINAL*
¡Oh inmaculada Madre de Jesús y María Mía, queridísima reina de Belén, que has manifestado maternal complacencia al dejar tu imagen celestial grabada en un lienzo milagroso! ¡Oh dispensadora de todas las gracias que atiendes las plegarias de tus hijos con un derroche de gracias para el alma, de suavísimos consuelos para el corazón y de remedios oportunos para todas las necesidades, con todo fervor renuevo mi súplica y dejo en tu regazo mi petición.
¡Oh Madre compasiva de los pecadores, rompe las cadenas que me atan al pecado; cierra mis oídos a los engaños del mundo y respeto humano; serena las tempestades del corazón cuando me asalten las tentaciones, aparta mis pasos de las ocasiones peligrosas y guarda mis sentidos de las seducciones del mal y de las acometidas del demonio. Haz esplendorosa antorcha de la fe, para que en las dudas de la mente, en las vacilaciones de la voluntad y en las zozobras del corazón, encamine siempre mis pasos por la senda de los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
Fija mi esperanza más allá de las criaturas, en la suprema recompensa del cielo. Prepara cuidadosamente mi alma para la gracia, cuando me acerque a recibir los sacramentos: enséñame el fervor y el recogimiento en la oración, cuando venga a conversar con Dios santifica mi vida entera: hazla fecunda en obras de misericordia y en méritos para la eternidad. Abraza mi corazón con el fuego de un amor vivísimo a tu Divino Hijo. Que sea objeto supremo de mi existencia, conocerte y alabarte, amarte y servirte en esta vida y después de un santa muerte, cantar eternamente tus glorias en el cielo, con los ángeles y santos, por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN.
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