*NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE BELÉN* *DIA SEPTIMO*
*ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS*
Postrados a tus pies humildemente, oh Reina del cielo y de la tierra, Señora nuestra de Belén, te ofrezco, el homenaje de mi fe, de mi confianza y de mi amor. Deseo estar en tu presencia durante estos momentos de meditación y de plegarias.
Un incontable número de pecados mancha mi alma y atormenta mi conciencia; he contristado el corazón de Dios y de mi Madre del Cielo. Estoy arrepentido, siento profunda pena y dolor, ¡Oh, quien pudiera borrar con lágrimas todas las prevaricaciones de mi vida! y como eres Madre de los pecadores y es tan grande tu misericordia, me acerco lleno de confianza a suplicarte me perdones, purifiques mi alma, santifiques mis pensamientos, mis deseos, mis defectos y mis obras. Quiero dejar en tus manos, Madre mía, un propósito firme, sincero y eficaz, para vivir en adelante en gracia y amistad con Dios, para morir dulcemente en tu regazo maternal y cantar eternamente tus glorias en el Cielo. Amén.
*DÍA SÉPTIMO*
*(EL SANTUARIO)*
Se levanta en la parte oriental del parque; su arquitectura es caprichosa, una mezcla armoniosa de estilo romántico y gótico. Su historia como la de Salazar ha sido azarosa: el terremoto de 1875 partió en dos la torre esbelta y cuando el terremoto de 1950 resistió altanero la ira de la naturaleza, se partieron las vigas, se rompieron los techos, se cuarteó el muro del presbiterio, pero los arcos y la torre erguidos como una fortaleza, quedaron perennes como una afirmación de inmortalidad. Iniciada la reconstrucción rápidamente, hoy su decoración es perfecta. Imitación de piedra es el decorado exterior rodeado de una verja elegante coronada de materos y flores.
Los frisos interiores son imitación de mármol; los cielos en artesonados de cedro; los filetes y capiteles de los arcos, esmaltados de oro; con sus viejas campanas sonoras, sabidas de memoria, golpeadas como el recuerdo, que lloran las pesadumbres y cantan las alegrías. Dos ángeles abren la puerta del santuario con el sacramental del agua bendita, por las naves flota la sombra de los antepasados y en el pavimento, disimulados entre baldosas modernas, los sepulcros y los huesos de los muertos queridos, porque solo donde hay tumbas hay resurrección.
Edificado desde la colonia el alma de los aborígenes recibió la gracia en su pila bautismal; los españoles recordaron los santuarios Marianos de más allá de los mares y los patriotas ataron a la Virgen la causa de la libertad.
En su recinto se han oído las imploraciones de los huérfanos en las horas sangrientas de la guerra y la bendición del matrimonio ha unido muchos corazones para santificar el hogar. Semanas incontables de años han pasado y caravanas de almas han rezado ante el altar. Sobre el ara, vieja como el templo, ha bajado muchas veces el milagro de la Eucaristía y desde el trono de la Virgen las bendiciones, la paz y los prodigios han llegado hasta los fieles.
Cuando uno entra allí siente la presencia viva de la Virgen María, una emoción indecible, un presentimiento misterioso, la dulce compañía de la Virgen de Belén. Así es el palacio de la Reina, el hogar de la madre adorada de Belén.
*EJEMPLO:*
Un cáncer horrible le invadía el pecho, era una pobre muchacha que vivía en una casita en la orilla de la carretera que va a Sardinata. En Cúcuta e habían examinado los mejores médicos: el cáncer era incurable. Los recursos económicos no alcanzaron para hospitalizarla y estaba esperando la muerte en medio de los dolores más terribles.
Un desconocido que ocasionalmente se acercó a la casa, escuchó los lamentos y le dijo: “hay en Salazar una curandera que todo lo puede…, es la Virgen de Belén”. Inmediatamente nació una esperanza en las carnes moribundas de a enferma, le hizo una promesa y comenzó la novena y poco a poco fue cediendo el cáncer hasta quedar completamente curada. En compañía de sus familiares, y su prometido llegó a Salazar y descalza y de rodillas atravesó las calles, subió las gradas y entró al santuario, encendió muchas lámparas y pasó las horas enteras ante el altar de la Virgen, llorando y dándole las gracias. Depositó enseguida en manos del sacerdote, todos sus ahorros para el santuario. El cáncer era incurable y estaba milagrosamente curada.
(Hágase la petición)
*GOZOS*
Por la estrella que en la frente
De tu Hijo parece arder,
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Llegaste, Señora un día
Por los senderos del agua;
Y eres celeste piragua,
Rico y precioso bajel.
Por eso en el mar airado
Donde el alma se haya hundida,
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Los Cineras belicosos
Ya son todos bautizados.
Pero su fe de soldados
Es necesario encender.
Por eso bajaste a ellos
De resplandores vestida,
Indígena y pobre choza
Te recibe alborozada,
Que una indiecita arrobada,
Ven convertirse en edén,
Transformada también la choza,
De nuestra alma arrepentida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Para honrarte cual se debe
A la Reina de los Cielos,
Cristianos llenos de celo
En templo te han de poner.
Haz que de tu amor un templo
Yo levante con mi vida.
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Pero tú no te conformas,
Y cerca de la indiecita
Que está en su choza contrita
Te apresuras a volver
Así si el alma está lejos
Y tu protección olvida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Ya llevas a tu lado
Junto a la humilde capilla
Donde tu alma sencilla
Vuelve en Dios a renacer
Haznos vivir a tu lado
Antes de dejar la vida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Las cifras de tus milagros
Es mayor que tus devotos
Y aun así miles de exvotos
Viene el afecto a traer
Porque tú eres de los hombres
Abogada compasiva
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Míranos, Madre bendita,
Con miradas compasivas
Miras a tus almas cautivas
Del olvido y del placer
Por la lumbre de esa estrella
Que a tu regazo convida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Esa corona de reina
Que tu casta sien rodea
Es de tu gloria presea
e insignia de tu poder
dame a mirar en el cielo
tu dulce frente ceñida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Por la estrella que en la frente
De tu hijo parece arder
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
*ORACIÓN FINAL*
¡Oh inmaculada Madre de Jesús y María Mía, queridísima reina de Belén, que has manifestado maternal complacencia al dejar tu imagen celestial grabada en un lienzo milagroso! ¡Oh dispensadora de todas las gracias que atiendes las plegarias de tus hijos con un derroche de gracias para el alma, de suavísimos consuelos para el corazón y de remedios oportunos para todas las necesidades, con todo fervor renuevo mi súplica y dejo en tu regazo mi petición.
¡Oh Madre compasiva de los pecadores, rompe las cadenas que me atan al pecado; cierra mis oídos a los engaños del mundo y respeto humano; serena las tempestades del corazón cuando me asalten las tentaciones, aparta mis pasos de las ocasiones peligrosas y guarda mis sentidos de las seducciones del mal y de las acometidas del demonio. Haz esplendorosa antorcha de la fe, para que en las dudas de la mente, en las vacilaciones de la voluntad y en las zozobras del corazón, encamine siempre mis pasos por la senda de los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
Fija mi esperanza más allá de las criaturas, en la suprema recompensa del cielo. Prepara cuidadosamente mi alma para la gracia, cuando me acerque a recibir los sacramentos: enséñame el fervor y el recogimiento en la oración, cuando venga a conversar con Dios santifica mi vida entera: hazla fecunda en obras de misericordia y en méritos para la eternidad. Abraza mi corazón con el fuego de un amor vivísimo a tu Divino Hijo. Que sea objeto supremo de mi existencia, conocerte y alabarte, amarte y servirte en esta vida y después de un santa muerte, cantar eternamente tus glorias en el cielo, con los ángeles y santos, por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN.
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