lunes, 20 de enero de 2020

Sexto dia

*NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE BELÉN SEXTO DÍA*

 *ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS*

Postrados a tus pies humildemente, oh Reina del cielo y de la tierra, Señora nuestra de Belén, te ofrezco, el homenaje de mi fe, de mi confianza y de mi amor. Deseo estar en tu presencia durante estos momentos de meditación y de plegarias.
Un incontable número de pecados mancha mi alma y atormenta mi conciencia; he contristado el  corazón de Dios y de mi Madre del Cielo. Estoy arrepentido, siento profunda pena y dolor, ¡Oh, quien pudiera borrar con lágrimas todas las prevaricaciones de mi vida! y como eres Madre de los pecadores y es tan grande tu misericordia, me acerco lleno de confianza a suplicarte me perdones, purifiques mi alma, santifiques mis pensamientos, mis deseos, mis defectos y mis obras. Quiero dejar en tus manos, Madre mía, un propósito firme, sincero y eficaz, para vivir en adelante en gracia y amistad con Dios, para morir dulcemente en tu regazo maternal y cantar eternamente tus glorias en el Cielo. Amén.

 *DIA SEXTO*
 *(LA VIRGEN MORENA)*
Es un lienzo de arrobadora belleza; es un mosaico de colores y plegaria. La Virgen de Belén es de tipo judío, como belén su pueblo, como Israel su raza privilegiada. Blanco es su rostro pero quemado por los soles de la Biblia, dorado como un trigal maduro, como las arenas de un desierto. Está cubierta de un manto azul oscuro tachonado de luces. La teología católica no sabe separar al Hijo de la Madre: carne de su carne y sangre de su sangre, alimentado con dulzura de corazón y vitamina de entraña, la Virgen María lo concibió en su seno en el misterio de la encarnación, fue inseparable en su misión redentora y reina a su lado por toda la eternidad. Por eso lleva al niño entre sus brazos. Está sobrecogido de ternura y en su afán de buscar el regazo maternal, con sus manitas se refugia en los brazos de María. Lleva en la frente una estrella. Cuando la epifanía de Dios a los gentiles, un astro llevo el mensaje de los cielos a los príncipes de oriente, para conducirlos por el camino de la luz hasta la cuna divina. Por eso se llama la virgen de Belén.
Además cuando el universo duerme en el regazo de la noche enciende la providencia estrellas en el cielo: cuando la ruta se pierde en la noche sombría, parece la estrella orientadora de todos los rumbos. El mundo es un mar y todos navegamos en él. Hay peligros y escollos, hay brumas y tempestades. Nos salva la protección de María, llamada por la devoción popular: Estrella del Mar. Por eso el pincel trazó sobre la frente del niño una estrella resplandeciente. Sus ojazos negros tienen algo misterioso; al contemplarla siente uno la impresión de su mirada en el alma, como si estuviera viva y hablara por los ojos, le lleva uno necesidades y la encuentra opulenta y generosa; le lleva amarguras y es entonces madre colmada de ternura. Le suplican los fieles y responde con el corazón en las pupilas. Por eso en su presencia se explica el éxtasis de los santos.
 *EJEMPLO* :
Grita la madre desesperada  desde la orilla. Corría amenazador el rio y una niña, de dos años que jugaba en la orilla, acababa de caer a un remolino y era hundida y arrastrada por la corriente. Un hermanito se lanza a salvarla, pero la fuerza del agua es más poderosa y se lleva a los niños, consumiéndolos en los remolinos, estrellándolos contra las rocas. La madre, en el colmo de la desesperación, invoca a la Virgen de Belén, le suplica, le grita que salve a sus hijos y cae desmayada. Los niños, dos cuadras más abajo, salen milagrosamente vivos a la orilla. En devota peregrinación llegó la buena mujer a pagar sus promesas y no se cansa de publicar por todas partes el milagro de la Virgen de Belén.
 (Hágase la petición)
 *GOZOS*                                                                             
Por la estrella que en la frente
De tu Hijo parece arder,     

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Llegaste, Señora un día
Por los senderos del agua;
Y eres celeste piragua,
Rico y precioso bajel.
Por eso en el mar airado
Donde el alma se haya hundida,
     
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Los Cineras belicosos
Ya son todos bautizados.
Pero su fe de soldados
Es necesario encender.
Por eso bajaste a ellos
De resplandores vestida,
Indígena y pobre choza
Te recibe alborozada,
Que una indiecita arrobada,
Ven convertirse en edén,
Transformada también la choza,
De nuestra alma arrepentida

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Para honrarte cual se debe
A la Reina de los Cielos,
Cristianos llenos de celo
En templo te han de poner.
Haz que de tu amor un templo
Yo levante con mi vida.

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Pero tú no te conformas,
Y cerca de la indiecita
Que está en su choza contrita
Te apresuras a volver
Así si el alma está lejos
Y tu protección olvida

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Ya llevas a tu lado
Junto a la humilde capilla
Donde tu alma sencilla
Vuelve en Dios a renacer
Haznos vivir a tu lado
Antes de dejar la vida

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Las cifras de tus milagros
Es mayor que tus devotos
Y aun así miles de exvotos
Viene el afecto a traer
Porque tú eres de los hombres
Abogada compasiva

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Míranos, Madre bendita,
Con miradas compasivas
Miras a tus almas cautivas
Del olvido y del placer
Por la lumbre de esa estrella
Que a tu regazo convida

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Esa corona de reina
Que tu casta sien rodea
Es de tu gloria presea
e insignia de tu poder
dame a mirar en el cielo
tu dulce frente ceñida

¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

Por la estrella que en la frente
De tu hijo parece arder
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!

 *ORACIÓN FINAL*

¡Oh inmaculada Madre de Jesús y María Mía, queridísima reina de Belén, que has manifestado maternal complacencia al dejar tu imagen celestial grabada en un lienzo milagroso! ¡Oh dispensadora de todas las gracias que atiendes las plegarias de tus hijos con un derroche de gracias para el alma, de suavísimos consuelos para el corazón y de remedios oportunos para todas las necesidades, con todo fervor renuevo mi súplica y dejo en tu regazo mi petición.

¡Oh Madre compasiva de los pecadores, rompe las cadenas que me atan al pecado; cierra mis oídos a los engaños del mundo y respeto humano; serena las tempestades del corazón cuando me asalten las tentaciones, aparta mis pasos de las ocasiones peligrosas y guarda mis sentidos de las seducciones del mal y de las acometidas del demonio. Haz esplendorosa antorcha de la fe, para que en las dudas de la mente, en las vacilaciones de la voluntad y en las zozobras del corazón, encamine siempre mis pasos por la senda de los mandamientos de Dios y de la Iglesia.

Fija mi esperanza más allá de las criaturas, en la suprema recompensa del cielo. Prepara cuidadosamente mi alma para la gracia, cuando me acerque a recibir los sacramentos: enséñame el fervor y el recogimiento en la oración, cuando venga a conversar con Dios santifica mi vida entera: hazla fecunda en obras de misericordia y en méritos para la eternidad. Abraza mi corazón con el fuego de un amor vivísimo a tu Divino Hijo. Que sea objeto supremo de mi existencia, conocerte y alabarte, amarte y servirte en esta vida y después de un santa muerte, cantar eternamente tus glorias en el cielo, con los ángeles y santos, por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario