*NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE BELÉN DIA QUINTO*
*ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS*
Postrados a tus pies humildemente, oh Reina del cielo y de la tierra, Señora nuestra de Belén, te ofrezco, el homenaje de mi fe, de mi confianza y de mi amor. Deseo estar en tu presencia durante estos momentos de meditación y de plegarias.
Un incontable número de pecados mancha mi alma y atormenta mi conciencia; he contristado el corazón de Dios y de mi Madre del Cielo. Estoy arrepentido, siento profunda pena y dolor, ¡Oh, quien pudiera borrar con lágrimas todas las prevaricaciones de mi vida! y como eres Madre de los pecadores y es tan grande tu misericordia, me acerco lleno de confianza a suplicarte me perdones, purifiques mi alma, santifiques mis pensamientos, mis deseos, mis defectos y mis obras. Quiero dejar en tus manos, Madre mía, un propósito firme, sincero y eficaz, para vivir en adelante en gracia y amistad con Dios, para morir dulcemente en tu regazo maternal y cantar eternamente tus glorias en el Cielo. Amén.
*DIA QUINTO*
( *Aprobación eclesiástica* )
La noticia de la aparición de la virgen de Belén se extendió por todas partes: volaba de boca en boca, de rancho en rancho, de montaña en montaña, de pueblo en pueblo y pasó los límites del virreinato de Nueva Granada.
Una severa y minuciosa investigación, como consta en los archivos de la actual arquidiócesis venezolana, ordeno levantar una capilla en el centro de la encomienda, que era la villa de Salazar y trasladar el lienzo milagroso, para rendirle culto público.
Toda la feligresía resolvió llevar a catalina al centro de la parroquia y edificarle una casita, muy cerca del santuario, en donde paso santamente los últimos años de su vida al cuidado de la Virgen María. Después de su muerte el cuerpo de catalina se conservó incorrupto, encerrado en una pequeña urna de madera y era costumbre mostrarlo a la veneración de los fieles los días sábados.
Con el tiempo la ciudad iba creciendo y el templo parroquial se hizo insuficiente para el inmenso concurso de fieles. La jerarquía eclesiástica resolvió convertirlo en santuario mariano y edificar un nuevo templo parroquial en el lugar donde estuvo edificada la primera capilla histórica.
*EJEMPLO* :
Un milagro contribuyó especialmente a hacer famosa esta devoción y llevarla más allá de Colombia y de América. En 1765 un inglés explorador de tesoros, de paso por Salazar, conoció a Nuestra Señora de Belén. Los ojazos divinos de la celestial madona se le grabaron profundamente en su alma aventurera. Al cabo de los años regresó a Inglaterra, cuando en mitad del océano se desencadeno una espantosa tempestad: bramaban las olas, montañas de agua se precipitaban furiosas contra la nave, partiendo los mástiles y desgarrando velas. El naufragio era seguro, la muerte inevitable. En la locura de la angustia el inglés se acordó de los ojazos de la madona de Salazar y con fe, con amor y confianza le gritó hasta el cielo: Ojona de Salazar, Ojona de Salazar, Sálvame, inmediatamente, como por encanto paso el temporal; los torbellinos se adormecieron, en el regazo del océano brillaron las estrellas… y la nave salvada milagrosamente, siguió su rumbo y arribó felizmente al puerto de Inglaterra. El inglés agradecido por medio del arzobispo de Londres mandó una preciosa corona de oro macizo, con un cetro y una media luna para el niño, engastada en piedras preciosas. Desde entonces la llaman cariñosamente: “La Ojona Linda”.
(Hágase la petición)
*GOZOS*
Por la estrella que en la frente
De tu Hijo parece arder,
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Llegaste, Señora un día
Por los senderos del agua;
Y eres celeste piragua,
Rico y precioso bajel.
Por eso en el mar airado
Donde el alma se haya hundida,
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Los Cineras belicosos
Ya son todos bautizados.
Pero su fe de soldados
Es necesario encender.
Por eso bajaste a ellos
De resplandores vestida,
Indígena y pobre choza
Te recibe alborozada,
Que una indiecita arrobada,
Ven convertirse en edén,
Transformada también la choza,
De nuestra alma arrepentida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Para honrarte cual se debe
A la Reina de los Cielos,
Cristianos llenos de celo
En templo te han de poner.
Haz que de tu amor un templo
Yo levante con mi vida.
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Pero tú no te conformas,
Y cerca de la indiecita
Que está en su choza contrita
Te apresuras a volver
Así si el alma está lejos
Y tu protección olvida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Ya llevas a tu lado
Junto a la humilde capilla
Donde tu alma sencilla
Vuelve en Dios a renacer
Haznos vivir a tu lado
Antes de dejar la vida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Las cifras de tus milagros
Es mayor que tus devotos
Y aun así miles de exvotos
Viene el afecto a traer
Porque tú eres de los hombres
Abogada compasiva
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Míranos, Madre bendita,
Con miradas compasivas
Miras a tus almas cautivas
Del olvido y del placer
Por la lumbre de esa estrella
Que a tu regazo convida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Esa corona de reina
Que tu casta sien rodea
Es de tu gloria presea
e insignia de tu poder
dame a mirar en el cielo
tu dulce frente ceñida
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
Por la estrella que en la frente
De tu hijo parece arder
¡Sálvanos, Madre querida!
¡Dulce Virgen de Belén!
*ORACIÓN FINAL*
¡Oh inmaculada Madre de Jesús y María Mía, queridísima reina de Belén, que has manifestado maternal complacencia al dejar tu imagen celestial grabada en un lienzo milagroso! ¡Oh dispensadora de todas las gracias que atiendes las plegarias de tus hijos con un derroche de gracias para el alma, de suavísimos consuelos para el corazón y de remedios oportunos para todas las necesidades, con todo fervor renuevo mi súplica y dejo en tu regazo mi petición.
¡Oh Madre compasiva de los pecadores, rompe las cadenas que me atan al pecado; cierra mis oídos a los engaños del mundo y respeto humano; serena las tempestades del corazón cuando me asalten las tentaciones, aparta mis pasos de las ocasiones peligrosas y guarda mis sentidos de las seducciones del mal y de las acometidas del demonio. Haz esplendorosa antorcha de la fe, para que en las dudas de la mente, en las vacilaciones de la voluntad y en las zozobras del corazón, encamine siempre mis pasos por la senda de los mandamientos de Dios y de la Iglesia.
Fija mi esperanza más allá de las criaturas, en la suprema recompensa del cielo. Prepara cuidadosamente mi alma para la gracia, cuando me acerque a recibir los sacramentos: enséñame el fervor y el recogimiento en la oración, cuando venga a conversar con Dios santifica mi vida entera: hazla fecunda en obras de misericordia y en méritos para la eternidad. Abraza mi corazón con el fuego de un amor vivísimo a tu Divino Hijo. Que sea objeto supremo de mi existencia, conocerte y alabarte, amarte y servirte en esta vida y después de un santa muerte, cantar eternamente tus glorias en el cielo, con los ángeles y santos, por Jesucristo Nuestro Señor. AMÉN.
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